Por un lado, el fondo de incertidumbre, aislamiento y miedo generados por la COVID-19, ha hecho saltar un tema hasta ahora encapsulado en la esfera privada al debate político y mediático, a pesar de lo difuso del concepto.

 

Por otro, la relevancia social que comienza a adquirir la toma de consciencia sobre la crisis del sistema sanitario de atención primaria, agudiza la reclamación colectiva de reforzar la atención psicológica desde el sistema público de salud, que se apoya sobre una conceptualización “terapeutizada” de la sociedad en la cual todo malestar es leído en términos individualistas.

Todo ello, mientras en el mundo “psi” se libra una pugna entre la concepción positivista científica de la psicología desde el modelo clínico bio-médico, y una concepción subjetivista, que se centra en la comprensión integral de cada ser humano, desde el modelo fenomenológico.

 

Frente a este contexto, buscamos encontrarnos para pensar y conversar colectivamente en torno a cómo entender los malestares contemporáneos para poder dialogar con ellos más allá de propuestas asistenciales. ¿Qué narrativas podemos aportar desde los diferentes dispositivos sociales que nos permitan avanzar hacia una concepción transformadora de la Salud Mental?  

 

Queremos repensar el sufrimiento como sujeto político, como una política del síntoma, que nos permita acercarnos a lo que cada cual entienda como vida buena.

 

Para esta propuesta, y al calor del próximo 10 de octubre, Día Mundial de la Salud Mental queremos generar un espacio de aprendizaje y  conocimiento colaborativo, desde el acompañamiento de figuras de relevancia dentro del ámbito de la Salud Mental como Fernando Colina, Marga Saenz, Marta Poves e Iñaki García Maza.

 

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